Segundo intento de regreso, espero no frustrado, por eso librado a mi voluntad y a la de mi queridísima co-editora, cuyo rostro era tan familiar en nuestro remoto comienzo pero que ahora me cuesta recordar dada la cruel distancia.
I love you
Pinka (tierna melancolía). Antes de comenzar me pregunté: ¿de qué hablar?
Hay tantas cosas que discutir, pero nuestras inspiraciones del pasado, la querida institución de la que bien me he librado, pero de la que mi fiel compañera tiene el árduo deber de tolerar, ya no son parte de nuestrá cotidaneidad.
Comencemos por recordar.... Comencemos por el real hamster, aquel extraño sujeto que dio nombre a esta fuente de delirio. Aquel individuo de ríspida personalidad que generaba en nosotras profundo escosor y perturbadora necesidad de acabar nuestras vidas tomando cianuro. Aquel pequeño gran adolescente, cantor de melodías románticas latinoamericanas, prodigio hablattore italianni y gran personificador del hacer y decir homosexual. Aquel al que luego de demostrarle verbalmente, por escrito, en fotos, mediante pantomima, mi fastidio por su presencia, finalmente descubrí que su canto, su hablar extranjero y su apasionada afición por parecer homosexual eran cualidades que no hicieron más que humanizarlo y hacerlo eternamente querible. Ahora con el mote de "el pelele" ya es parte de nuestros corazones.
Y sigamos recordando.... El ir y venir, el bamboleio, el zandungueo de la vida sentimental de.. si, nuestra querida Pinka.
Podría confeccionar un índice, pero como mi tiempo es escaso solamente resaltaré la participación especial, breve pero no por eso deslucida de nuestro querido N. Aquel sujeto facultativo, borderline. gran proveedor de yogurt con cereales y situaciones bipolares con novias de cabello rojizo increíblemente toleradas por mi pequeña colega. Hoy, estable y ensimismada, mi querida ha encontrado su status quo pero no desespereis que el futuro en la vida de Pinka puede traer aún más situaciones asombrosas, aquí, en la dimension desconocida.
Y para redondear, porque todavía nos queda mucho por recordar, una fiel servidora, cuya institución ha perdido y ha encontrado en manos de una multinacional. Cuatro nuevas paredes rellenas de mucha tela para cortar, historias por contar, aires por arreglar, colmada de personajes dignos de este espacio, como aquel gallo cantor en la mañana y aquella hacha a medio afilar, arrimada al marco de mi ventana, junto a la mecedora que esa enfermedad hizo tan suya pero que el bendito chelidonium pudo derrotar.
Seguramente se le dedicará algún párrafo de este bendito espacio catártico a mis nuevos compañeros, quienes no saben quién es realmente este contorno femenino con quien almuerzan y comparten preciados minutos entre espacios naranjas, comida oriental y cálidas brisas de inoperancia latinoamericana.
Ellos no saben. Y ustedes tampoco.
Ponka.
(Ella y su antítesis, ensimismadas, supieron ser irresistibles)
